El pasado viernes 03 de febrero, el Director
del Centro de Ética y Pensamiento Social
del Católica Santiago Cadena fue
invitado a la mesa redonda como panelista para hablar de Fe y Política a los
Jóvenes de la Pastoral Juvenil de la Arquidiócesis de Quito, actividad que se llevó
a cabo en el Teatro Unidad Educativa Sagrado Corazones de Rumipamba.
Santiago Cadena comenzó por felicitar la iniciativa de este
espacio y manifestó que se debe seguir propiciando estos encuentros.
Luego dio inicio sobre la importancia
de la Doctrina Social de la Iglesia, La doctrina social de la Iglesia que nos ayuda también
a corregir falsas concepciones de la fe y del significado de la pertenencia a la Iglesia que no podemos reducir a un “bagaje, a elenco de algunas
normas y prohibiciones, a prácticas de devoción fragmentadas, a adhesiones selectivas y parciales de las verdades
de la fe, a una participación ocasional en algunos
sacramentos, a la repetición de principios doctrinales, a moralismos blandos o crispados que
no
convierten la vida de los bautizados”.
En pocas palabras
podemos decir que la doctrina social de la Iglesia es el
manual de instrucciones para vivir
el Evangelio. Ella puede ayudarnos a resolver uno de los grandes problemas, especialmente
de
la juventud, como es la búsqueda del sentido de toda la realidad.
La política, entendida como la búsqueda del bien común, constituye
un elemento fundamental de la vida en sociedad. Es importante comprender que el bien común no es algo dado, sino que es el resultado del compromiso de todos los ciudadanos y podemos describirlo como “el conjunto de aquellas
condiciones de vida
social
con las cuales los hombres, las
familias y
las
asociaciones pueden lograr con mayor plenitud y facilidad su propia
perfección” (GS 74).
Educar para la política significa aprender a
vivir en la sociedad así concebida,
no
solamente como una realidad sociológica,
económica y cultural. La participación política es un deber y un derecho
del cristiano y por ello la Iglesia nos exhorta
a
vivirlos comprometida
y responsablemente.
¿Cómo formar, entonces, a la juventud para una participación responsable en la gestión del bien común? No quisiera generar expectativas quiméricas y por ello
hay que reconocer que nadie ha encontrado
una respuesta satisfactoria. Por ello me limito a sugerir puntos de reflexión
que
pueden ayudar a la búsqueda de respuestas que dependerán en gran parte, de cada situación concreta. Recordemos las virtudes que, según San Juan
XXIII deben caracterizar las
relaciones sociales: la verdad, la justicia, la caridad y la libertad.