jueves, 13 de octubre de 2016

MonseñorJulio Parrilla continua diciendo: Ojalá que en medio de tantas palabras y promesas, más allá de quien gobierne, seamos capaces de unirnos en algunas opciones fundamentales: en una economía de rostro humano, en la lucha contra la corrupción, siempre amenazante, en el fortalecimiento de la vida democrática y en el compromiso del buen vivir, entendido no sólo desde una perspectiva económica, sino integral, equitativa y humanizadora.� Las elecciones siempre son una gran oportunidad para preguntarnos qué país queremos y cuáles son los planteamientos en los que deberíamos de estar de acuerdo. No basta con querer superar la crisis económica… Es preciso que los líderes políticos nos digan qué modelo de desarrollo quieren implementar, más allá de la simplificación que supone decir lo que se quiere sin concretar nunca el cómo. Es preciso que nos digan qué entienden por participación ciudadana, en qué consiste la política educativa y la medioambiental…� Comprendo que, en el fragor de la batalla electoral, la tentación es el baratillo de las ofertas, los saldos y el machaqueo del contrario. Pero, insisto, alguien tendrá que decirnos qué diseño de país nos espera. Sólo así, por encima de los intereses de lograr el poder como sea y con quien sea (la lista de matrimonios imposibles se vuelve larga) podrán acercarse grupos y sectores sociales, no en función del poder, sino del país. �Continuara....